martesdementes

- La vida te va a doler.

Ahora sé que tu miedo es parte del mío.

Llórame.

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Toqué tu cabeza sin pelo,
la piel de tus manos arrugada y blanca
daba pánico.


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Desde la garganta hasta el nudo de mi estómago.
Tocarme.
Secarme.

Si no fuera por tu duración...
Aun no sé de la vida en absoluto.

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Sus.

Dijiste que el libro olía a mí.
Sin lugar a duda:
Yo fui quien lo eligió,
quien lo estuvo hojeando
confiando en que fuera a gustarte.

El autor dividía en capítulos
la tarea de escribir:
ibas a componerlos metódicamente,
uno por uno.
Te daban una serie de pistas
para dibujar a los personajes,
elegir los adjetivos y subordinar,
con éxito,
las frases.

Iba a dejarte mi dictáfono.
Y sería la primera lectora.
La confidencial.

El proceso, sin duda, prometía.
Una eternidad
de intercambios placenteros.

Optaste por oler el papel.
y pusiste el punto final justo al principio.

Ahora me toca a mí.
Las 224 páginas en blanco
prometen.


Joanna


Foto: David Jiménez www.elfotomata.com

No quiero viajar en trenes de alta velocidad.
Tampoco tomar un espresso.
A cambio: un café largo,
con tres de azúcar.
Y un viaje en barco de vapor:
panorámico,
y por debajo de los decibelios.

Prefiero una casa sin ascensor;
con vistas al cielo,
con nubes
empujadas por el viento.
(¿o era la rotación de la Tierra?)

El viento sopla fuerte
sólo en casos de extrema necesidad:
el resto del tiempo viaja,
moderado,
procurando no despeinar a las gaviotas.

Joanna


Foto: Pawel Żak, www.baturo.art.pl

Deshacer

Ella hace y deshace.
Dibuja palabras,
magníficas sobre papeles fibrosos, viajeros, de segunda mano,
decepcionantes en sus inmaculadas libretas con las primeras páginas arrancadas
(todo para conseguir ese principio perfecto, el que solo da el tiempo).

Inventarse. Vaciarse. Desnudarse.
Cuentos sobre el retorno.
Cielo y mar.
Arrancar una y otra vez.
Inevitable.


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Ojos de gato
una mirada
giro mi cabeza
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Hablas japonés
me ruborizo
punción en la sien
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Se cae la llave al suelo
la recojo
mira el borracho
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No me gusta la mirada que tiene hoy.
-¿Dónde está el jefe? –le preguntó al joven– hace más de un mes que no le vemos por aquí.
- No lo sé –respondió – desde diciembre no sabemos nada de él .
- Si estamos en abril
- ¿Y...?



Sus

- Espejos –le decía a Nico- busco espejos porque a veces me olvido de mi cara,
¿no te pasa que
a veces te olvidas de tu cara? – le preguntaba a Nico.

Norte, sur, ciudades ajenas, anticuarios.

- Perfectamente, señor- dijo Nicolás.
- ¿Qué miras?
- Puedo estar solo, no dejar de soñar con alguien todas las noches.

Sus

La otra noche soñé con Zair.
¿De dónde sale su nombre?

Se perdió el fogonazo entre tanto estímulo.

Soñé con palomas, edificios muy altos.

El cielo hoy es verde y está en el suelo.

Sus.