martes, marzo 20, 2007

 

Hoy
echo en falta tu presencia,
de un modo extraño.

Puede que aparezcas
tras la puerta,
que permanezcas
en la cama esperando
me.

Hoy parece que jamás nos conocimos,
que he vivido un sueño
en duermela.

Echo en falta tu sonrisa amplia
Los abrazos y el calor de tu cuerpo bajo la sábana.
Todo lo que se quedó tras el cierre de
la vieja puerta oxidada de tu casa,
y no me permito rememorar
ni en los momentos más tenues, pálidos y quietos
de mi cerebro.

He improvisado el blindaje
que requiero para reaccionar con rapidez,
sin aspavientos.
Tal y como si comprendiera todo esto.
Y no sé...

Voy a pensar en tí durante un momento.
En el hueco entre tu mandíbula y tu pecho,
a la medida de mi cabeza.
En tus cosquillas, apenas disponibles en zonas recónditas de tu cuerpo.
En el lenguaje de tus ojos marrones,
y el ojo que dejó de verme, sin que pudiera evitarlo.
En las copas y las noches
Cómplices;
las ilusiones mutuas y el entusiasmo.
En los viajes, las manías
y el poco a poco de como
creamos nuestro algo irrompible.

En tus torpes pasos de baile.

En los múltiples apodos que ideabas para mofarte y acercarte.
En las primeras fotos,
las primeras lágrimas...
en los roces de nuestras manos
y en tenerte dentro,
apretándote fuerte contra mi cuerpo desnudo.
En tu olor.

En todas las cosas que se han quedado tan lejos que solo puedo suponer
que así fueron.

No recuerdo el sonido de tu voz, ni mi estremecer cuando tus dedos recorrían mis pechos y mi vientre.
No recuerdo nada
y no; no lo entiendo.

He perdido la parte de mí que vivió contigo.
La dejé ir,
con todo lo malo y lo bueno
como agua oxigenada.
Rehusando canciones, lugares y pensamientos.
Cerrando ventanas y contraventanas a la memoria.
Para sobrevivir a nuestro acuerdo,
admitir que todo se ha roto
y que, ya,
no reconozco tus besos.

Comments:
Sarita: ¿puedes hacer que se me revuelvan menos las entrañas?
¡Gracias!
 
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