sábado, marzo 17, 2007

 
Bailan los carniceros y siguen un compás antiguo.
Tal vez nadie sepa, del amor, tanto como ellos;
tal vez nadie sepa del amor
que profesan a los muertos y a los vivos
mientras bailan, amorosamente ceñidos
por sus mandiles blancos,
rayados, mandiles de colores brillantes,
amarillo, azul, verde, amarillo, amarillo;
mandiles negros como mapas del cielo.
Avispones.
Carniceros severos, vagamente inquietos.
Carniceros alados, juguetones,
atentos a la sonrisa de sus niños,
como atentos al recuerdo apaciguado de sus muertos.
Cofradía de la luna, flores vestidas de uniforme.
Bailan, bailan los alegres carniceros.
La sangre es néctar, el suave reflejo del lago,
el vino negro de la fratría, la llamada oscura.
Carniceros de noche, carniceros de día,
carniceros secretos que bailan
en sus ceñidos trajes de faena
y muestran impúdicos
sus dientes de plomo blanco y arena.
L.

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