domingo, septiembre 28, 2008

 


 

O. W. asiste a una exposición canina

- Por lo que yo observo, la principal diferencia entre el hombre y el animal, es que éste, guiado por algún impulso que Dios le ha dado pero que no es lo que solíamos llamar instinto, nunca se equivoca, mientras que el hombre, haga lo que haga, siempre yerra. Yo sólo condenaría al hombre que ni creara como artista ni hallase el menor placer en meditar sobre la obra de Dios, pues en tal caso ese hombre no es superior a los animales. Y, por lo tanto, resulta infinitamente inferior a éstos.

Conversaciones con Oscar Wilde
A.H. Cooper-Prichard

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lunes, septiembre 22, 2008

 

Rainer María Rilke - Cartas a un joven poeta

[...] Descubra el fundamento que lo lleva a escribir; investigue si tiene raíces en el lugar mas profundo de su corazón; reconozca si para usted sería necesaria la muerte en caso de ser privado de escribir. Esto ante todo: pregúntese en la hora mas callada de la noche: ¿debo escribir?. Busque en lo mas profundo de sí mismo la respuesta. Y si esta es afirmativa, si enfrenta esta grave pregunta con un seguro y sencillo "debo", siendo así, edifique su vida conforme a tal necesidad: su vida, aún en la hora mas insignificante y pequeña, debe ser signo y testimonio de ese acto. Entonces, trate de expresar como el hombre primigenio lo que ve y siente, lo que ama y pierde. No escriba poesías de amor; sobre todo, apártese de las formas demasiado comunes y que se encuentran con facilidad: son las mas difíciles, porque se necesita mucha madurez para aportar algo propio donde existen en cantidades buenas y, en parte, sobresalientes tradiciones. Por tal motivo, líbrese de los motivos generales y tome los que le ofrece su diario devenir. Muestre sus tristezas y deseos, los pensamientos que acuden a su mente y su fe en algo bello; muestre todo eso con profunda sinceridad interior, serena, sumisa, y para expresarse, use los objetos de su entorno, imágenes de sus sueños y las cosas esenciales de sus recuerdos. Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe, cúlpese a usted mismo, reconozca que no es lo suficiente poeta para encontrar en ella sus riquezas. En los creadores no cabe la pobreza, ni los lugares pobres e indiferentes. Y aunque usted estuviera en una cárcel sin poder percibir los rumores del mundo exterior, ¿no tendría siempre su infancia, esa riqueza preciosa, grandiosa, fuente inagotable de recuerdos?.
Regrese a ella su mirada. Intente aflorar las brumosas sensaciones de tan inmenso pasado; se fortalecerá su personalidad, se acrecentará su soledad y se hará un lugar a la sombra, en el cual, el estrépito de los otros pasa de largo y lejano. [...]

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viernes, septiembre 19, 2008

 

Peces en tu espalda I

Veo peces en tu espalda
Tú te fijas en lo exacto
Ahora, cierro los ojos y noto un abrazo cálido
un aliento
Estás cerca
Te aproximas
Ese grito abierto. Esa incomodidad
Y mi cansancio crónico junto a tu música
Tu música se hunde en mí
Ahí donde vuelcas la exactitud de la vida

Susana

martes, septiembre 16, 2008

 

André Breton

"El acto surrealista más simple consiste en salir a la calle con un revólver en cada mano y, a ciegas, disparar cuanto se pueda contra la multitud. Quien nunca en la vida haya sentido ganas de acabar de este modo con el principio de degradación y embrutecimiento existente hoy en día, pertenece claramente a esa multitud y tiene la panza a la altura del disparo"

jueves, septiembre 11, 2008

 


miércoles, septiembre 03, 2008

 


 

Escondida en el jardín

No leo la voz de un niño
escondida en el jardín
mientras una madre capta su fugaz eco
Alrededor corre el mundo
la maquinaria sufre
y el agujero es pequeño

Sus.

lunes, septiembre 01, 2008

 

Cristales

Lo despertó, aterrado en mitad de la noche, un sueño en el que un avión estallaba sobre un fondo de cielo de cristal tallado. Al día siguiente, tenía previsto coger un vuelo hacia Nuakchott. Pasó el resto de la noche en vela, carcomido por el miedo. Llegada la mañana, se demoró todo lo que pudo, inventó mil y una excusas pueriles con el único fin de llegar tarde al aeropuerto. Respiró aliviado cuando la azafata de tierra le comunicó que el embarque había terminado. Mayor aún fue su consuelo al enterarse, en las noticias de las tres, de que su avión se había estrellado a las afueras de la capitale africana. Ajeno a todo sentimiento que no fuera el profundo agradecimiento por haber nacido de nuevo, se dio un placentero baño de espuma, arrullado por las voces de los locutores que informaban, minuto a minuto, acerca de lo sucedido. Al atardecer, salió a pasear por un parque cercano a su casa. En el cielo blanquecino flotaban pequeñas nubes lanudas. Se las quedó mirando. La que quedaba más a la izquierda, acorralada contra la parte alta de un edificio de diez plantas, le recordó al fox terrier de su tía, cuando él era pequeño. "La vida carece del menor sentido de la justicia", se dijo a sí mismo, "pero, a veces, uno tiene suerte". Entonces, se acordó de pronto de que, en su sueño, el avión -su avión- no se estrellaba contra el suelo, sino que explotaba en el aire, como un globo. Sin aliento, presa de una incontrolable angustia, bajó corriendo las escaleras de la estación de metro más cercana para buscar refugio en el andén desierto.
L.

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