jueves, junio 05, 2008
Enano de jardín
Entro en la sed de los semidioses
entre la hidromiel de los días
con la nariz apretada contra el cristal convexo
sobre la luna abierta, supurando vino.
Son margaritas de pétalo violáceo
que roncan en el mugido
de este niño imitando a la vaca del cuento.
Escucho susurro de trece noches
de insomnio en resplandor de concursos,
palabra incompleta la lírica del meñique
en mi oído taponado.
No muevas ficha antes de la una de las dos, de las tres
verdeazuladas.
Incorrecto, blancas sus nalgas:
caminamos hasta la próxima caja.
Prometeo delirio de fuego fatuo,
abrazado a bombona apagada,
tuya es la voz tuyo el ser, el verbo y la palabra:
costa desesperada de mar y de montaña.
Qué fácil es respirar,
brisa ardilla que nace ahora para morir ahora:
nata montada sobre las crestas de los árboles…
Llego así a mi propia primavera.
La, la, lara, la.
Imitando a la vaca del cuento:
palabra incompleta hasta la próxima caja.
J.M.
entre la hidromiel de los días
con la nariz apretada contra el cristal convexo
sobre la luna abierta, supurando vino.
Son margaritas de pétalo violáceo
que roncan en el mugido
de este niño imitando a la vaca del cuento.
Escucho susurro de trece noches
de insomnio en resplandor de concursos,
palabra incompleta la lírica del meñique
en mi oído taponado.
No muevas ficha antes de la una de las dos, de las tres
verdeazuladas.
Incorrecto, blancas sus nalgas:
caminamos hasta la próxima caja.
Prometeo delirio de fuego fatuo,
abrazado a bombona apagada,
tuya es la voz tuyo el ser, el verbo y la palabra:
costa desesperada de mar y de montaña.
Qué fácil es respirar,
brisa ardilla que nace ahora para morir ahora:
nata montada sobre las crestas de los árboles…
Llego así a mi propia primavera.
La, la, lara, la.
Imitando a la vaca del cuento:
palabra incompleta hasta la próxima caja.
J.M.