jueves, octubre 18, 2007
KUCHARSKI DICE
Kucharski miraba como la joven ordenaba las uñas , puestas encima de la mesa redonda del salón. Con total concentración, la chica limpiaba el esmalte de aquella colección de piezas y , una a una , iba añadiendo con pintura , dibujos de flores o colores llamativos a la estrafalaria decoración de cada una de ellas.
Justo cuando Kucharski salió del salón, la jovén comenzó a ponerse las uñas, largas y brillantes, sobre sus dedos. A cada una la dirigía una sonrisa , en cuanto comprobaba que había quedado sólidamente superpuesta sobre la punta de sus dedos. Tapaba así los padrastros y la sangre reseca , que afloraba alrededor de sus casi inexistentes uñas verdaderas.
Dice Kucharski que es una mala costumbre ponerse uñas postizas, porque parece que todo lo que consigues agarrar con las manos corre el peligro de esfumarse, al estar sostenido por una mentira.
Ya se sabe como es Kucharski. Siempre está refunfuñando ante cualquier atisbo de modernidad. Debería mirarse el mal genio que se gasta, con los demás y consigo mismo. Cada vez soporto menos sus maldiciones en mitad de la noche, cuando incorporado sobre la cama comienza a dictar discursos sobre folisofía y matemáticas. Son diatrabas, teorías que no interesan a nadie y menos en esas intempestivas horas cercanas a la madrugada, apenas minutos antes de que comiencen a sonar despertadores por toda la casa. Cuando la coge con los atractores matemáticos, Lorentzi y la teoría del caos, prefiero darme media vuelta sobre la cama y gritarle
- Kucharski, ¿por qué no te tiras por la ventana?, mientras me tapo la cabeza con la almohada, intentando mitigar el discurso ímpio que suelta , a horcajadas sobre su cama , en la oscuridad del cuartucho.
Cuando casi todos nos hemos ido a la fábrica, Kucharski baja a la cocina. Es su mejor momento - "al fín solo", piensa -. Bebe café y se queda , durante horas y horas, mirando por la ventana el cielo gris de Varsovia , apenas desdibujado por las cortinas de gasa en otro tiempo blancas.
Es el único momento en que se le ve feliz.
Pako*
________________________
* Nota al pié , no se si de página o de vida:
Echo de menos el vodka de membrillo. Snif, snif...
Justo cuando Kucharski salió del salón, la jovén comenzó a ponerse las uñas, largas y brillantes, sobre sus dedos. A cada una la dirigía una sonrisa , en cuanto comprobaba que había quedado sólidamente superpuesta sobre la punta de sus dedos. Tapaba así los padrastros y la sangre reseca , que afloraba alrededor de sus casi inexistentes uñas verdaderas.
Dice Kucharski que es una mala costumbre ponerse uñas postizas, porque parece que todo lo que consigues agarrar con las manos corre el peligro de esfumarse, al estar sostenido por una mentira.
Ya se sabe como es Kucharski. Siempre está refunfuñando ante cualquier atisbo de modernidad. Debería mirarse el mal genio que se gasta, con los demás y consigo mismo. Cada vez soporto menos sus maldiciones en mitad de la noche, cuando incorporado sobre la cama comienza a dictar discursos sobre folisofía y matemáticas. Son diatrabas, teorías que no interesan a nadie y menos en esas intempestivas horas cercanas a la madrugada, apenas minutos antes de que comiencen a sonar despertadores por toda la casa. Cuando la coge con los atractores matemáticos, Lorentzi y la teoría del caos, prefiero darme media vuelta sobre la cama y gritarle
- Kucharski, ¿por qué no te tiras por la ventana?, mientras me tapo la cabeza con la almohada, intentando mitigar el discurso ímpio que suelta , a horcajadas sobre su cama , en la oscuridad del cuartucho.
Cuando casi todos nos hemos ido a la fábrica, Kucharski baja a la cocina. Es su mejor momento - "al fín solo", piensa -. Bebe café y se queda , durante horas y horas, mirando por la ventana el cielo gris de Varsovia , apenas desdibujado por las cortinas de gasa en otro tiempo blancas.
Es el único momento en que se le ve feliz.
Pako*
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* Nota al pié , no se si de página o de vida:
Echo de menos el vodka de membrillo. Snif, snif...